La acequia decorativa, un elemento protagonista en cualquier jardín
En cualquier patio, jardín o espacio al aire libre, la acequia decorativa es la estrella indiscutible
Hace poco hablábamos en este espacio de las acequias como elementos bioclimáticos de nuestra arquitectura vernácula. Estas construcciones que nos acompañan desde hace más de veintisiete siglos son un elemento fascinante que es tan funcional hoy como lo era en los albores de la civilización. Pero, además de transportar agua y contribuir a la lucha contra sequías e inundaciones, tiene una tercera aplicación que vamos a explorar: la acequia decorativa.
Cualquier patio, jardín o lugar abierto que cuente con una acequia decorativa se convertirá automáticamente en elemento estrella de la casa. Se trata de un recurso discreto pero tremendamente poderoso que aporta frescura, elegancia y distinción a cualquier tipo de espacio (si se trata de un patio mediterráneo da puntos extra).
Una zanja a cielo abierto
El único requisito para que una acequia sea considerada como tal, es que sea un surco a cielo abierto por el que se canaliza el agua, por lo que las puede haber de todos los tamaños y materiales.
Nosotros recomendados que esos materiales sean materiales cerámicos por razones obvias, aunque nos parece que una acequia con revestimiento de ladrillos de barro cocido es objetivamente una de las cosas más bonitas que alguien podría poner en su jardín.
Los ladrillos de barro nos facilitan la coexistencia con la naturaleza. Permiten la absorción de agua pero la ralentizan, lo cual es perfecto para entornos domésticos. Contribuyen a la óptima regulación térmica del suelo, lo que permite que prospere la vegetación a su alrededor. Además se trata de un material que admite y promueve la proliferación de microorganismos beneficiosos, de animales como peces y pequeños anfibios, de plantas como nenúfares o anubias, etc. Eso por no mencionar que, en caso de haber otros animales terrestres conviviendo en el terreno, la acequia provee a estos de agua para beber y refrescarse.
Ejemplos célebres de acequias decorativas
A pesar de que las acequias fueron concebidas (probablemente) para un propósito práctico, que es llevar agua de un sitio a otro para su consumo, nosotros no somos los primeros en darnos cuenta de que una acequia es bonita: los persas lo tienen claro desde el siglo I a.C. Vamos a ver algunos de los ejemplos más conocidos de acequias ornamentales, que quizá hayan pasado desapercibidas entre tanta belleza, pero que constituyen el alma de los lugares:
- El Patio de la Acequia, en el Generalife de la Alhambra. Si hubiera una reina de las acequias ornamentales, sería esta. A pesar de que esta acequia cumplía un papel logístico fundamental, su valor ornamental en este patio es indiscutible.
- Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba. Este mítico patio tiene otro tipo de acequias en él. No se trata de un solo canal, vistoso y protagonista como en el Patio de la Acequia, sino de un entramado de pequeñas acequias que manan de la fuente principal y rodean los árboles, formando un hermoso patrón geométrico.
- El jardín de Fin en Irán. Se trata de uno de los ejemplos más esplendorosos de los auténticos jardines persas: un impresionante complejo de más de 2,5 hectáreas que aprovecha la presión de un manantial cercano para llenar sus fuentes, estanques y acequias sin necesidad de usar bombas de agua.
- Jardines del Taj Mahal en Uttar Pradesh, India. Uno de los edificios más icónicos y reconocibles del mundo es precedido por un discreto jardín. La construcción del mausoleo principal del Taj Mahal es tan impresionante que todo lo que hay frente a él pasa prácticamente desapercibido, por lo que mucha gente no habrá reparado en las acequias que cruzan diametralmente los jardines en ambos sentidos.