Tradición, diseño y vanguardia en el madrileño barrio de la Latina
El proyecto T Residence apuesta por la conexión interior-exterior aunando elementos tradicionales como el barro con un diseño vanguardista
Conseguir que una vivienda logre provocar ese ‘efecto wow’ que la convierta en un espacio único se consigue cuando hay una estrategia de interiorismo a la vanguardia. Es lo que sucede en el proyecto T Residence, una vivienda de la promotora Avellanar ubicada en el corazón del madrileño barrio de La Latina.
La arquitectura e interiorismo de T Residence corre a cargo de Raúl Martínez Padilla, quien ha apostado por la conexión interior-exterior del espacio. Y el resultado le ha salido redondo, pues este ha sido uno de los grandes aciertos del proyecto. Para ello ha tenido en cuenta la ubicación del apartamento, en uno de los barrios más señeros de nuestro país. Su identidad se refleja en los detalles que evocan elementos tradicionales, como la madera de roble con la que está panelada la cocina y el ratán presente en el mobiliario.
Barro cocido con inspiración artística
Pero si hay un punto que hace de este un espacio singular y conectado con la tradición es el suelo. En este proyecto se utiliza el conjunto Mondrian de todobarro en acabado blanco antiguo, con el que se reviste el suelo de los pasillos y de la cocina-comedor de la vivienda.
Este modelo está realizado con barro cocido y cuenta con una estructura abstracta de formas básicas. ¿El secreto del efecto que provoca? Su aparente desorden, que responde en realidad a una cuidada disposición de geometrías simples. La variedad de tonalidades hace que este suelo pueda ser utilizado como recurso para crear distintos efectos.
Según las tonalidades, consigue revivir ambientes más antiguos y tradicionales hasta imágenes que evocan obras vanguardistas. De ahí su nombre, pues nadie como el artista para aportar esa visión renovada desde las formas más puras. El suelo de barro se combina con los suelos en madera de roble “Punta Hungría», que están presentes en salón y dormitorios. La combinación de ambos en espacios clave son sin duda una alianza ganadora.
Para terminar, giramos la mirada al techo y nos encontramos con el abovedado del salón imitando a las bóvedas de cañón. El resultado es un homenaje a la arquitectura tradicional de la zona, de modo que el interior convive en armonía con su entorno, castizo y a su vez, cosmopolita y en plena efervescencia.
Un ejemplo más de cómo el ladrillo de barro está presente en la arquitectura contemporánea. Sus posibilidades estéticas y funcionales lo convierten en un material versátil y de plena actualidad. Se suma el hecho de ser sostenible, aportando esa sensación de serenidad que todos buscamos al entrar en casa y que se consigue, entre otros recursos, con el uso de elementos orgánicos y naturales.
Fotografías: Carla Capdevila.