Una mesa de barro cocido para un hotel en Portugal
Nuestras baldosas rojizas son las elegidas para las mesas del buffet de un maravilloso hotel, recién renovado en la campiña portuguesa
La firma de la arquitecta Joana Aranha firma el proyecto de renovación del Hotel Solar de Vila Meã, en la localidad de Barcelos, al noroeste de Portugal. Se trata de una antigua villa ubicada en mitad del encantador paisaje luso, que ha quedado transformada en un destino de ensueño. ¿La clave del éxito? Según la propia arquitecta, el uso de la artesanía local, la integración creativa de elementos anticuados en un diseño moderno, y la precisión de los detalles. Estos tres requisitos cumple la mesa de barro cocido que ocupa el lugar central del bufet.
Una filosofía de proyecto plasmada en un detalle
Cada foto de la reforma es una postal en sí misma, pero no podemos dejar de enorgullecernos del rincón tan bonito que hemos ocupado. El estudio ha elegido nuestros ladrillos de barro Cuadrado 10, Cuadrado 30, Rectángulo 20×10 y Rectángulo 30×20 para las encimeras de las mesas del bufet. Tanto la propia disposición de nuestras piezas como las mesas que las sostienen han sido diseñadas por el propio estudio, y sostienen a la perfección el acento a los materiales que otorga el propio diseño.
Una de las primeras cosas que llama la atención de este proyecto es el código cromático que sigue cada espacio. Y, en el caso del comedor, lo que predomina es la propia tonalidad del barro cocido. Y es que no es casualidad que todobarro se encuentre en este proyecto. La arcilla o barro cocido es uno de los materiales más apreciados de la región. El noroeste de Portugal cuenta con una fuerte tradición alfarera, y la intención del proyecto era honrar y resaltar el contexto cultural del hotel. Por ello era imprescindible que el barro cocido ocupase un lugar central, y qué mejor lugar que el bufet para ello.
Nos parece la localización perfecta, porque Joana Aranha ha elegido para dar protagonismo al barro a una estancia que asociamos intrínsecamente con el imaginario de la alfarería.
En las cocinas y los comedores, especialmente en los mediterráneos, es donde encontraríamos, históricamente, fuentes, tinajas, cántaros y tajines de barro. Es además es el espacio que asociamos con la frescura del agua y el fuego de la cocción. Pero el verdadero acierto reside en el efecto contrario: lo que la presencia del barro cocido imprime en el carácter de la estancia. Al elegir unas encimeras de terracota y una decoración de alfarería hecha a mano, estamos diciendo implícitamente que lo que vamos a comer en ese espacio es tradicional, casero, de calidad. Comida hecha a fuego lento, sin prisas, con el saber acumulado de la tradición milenaria.
Manteniendo la buena salud de la tradición alfarera
Tal y como explica Aranha, la inspiración tras el proyecto era “la exploración de mercados locales, y la celebración de la artesanía portuguesa”. El hecho de que nuestras piezas hayan encontrado un sitio perfecto en este hotel, sólo demuestra que la tradición del barro cocido se mueve con fluidez a lo largo del cinturón mediterráneo. Una de las cosas que más nos gustan de nuestro trabajo es el hecho de recibir y verter conocimientos y usos del barro cocido sobre otras tradiciones alfareras, y sin duda eso es un aspecto fundamental de este proyecto.
Siempre es un placer trabajar con estudios y diseñadores que tienen un interés en nuestro producto que va más allá de lo estético. Hace que nuestro trabajo cobre una dimensión más profunda, ya que vemos plasmada y fijada parte de nuestra filosofía en su destinación final. Y, ¿a quién no le gusta encontrar reafirmación entre los idílicos viñedos de la campiña portuguesa?
Fotógrafo: Pedro Ferreira