¿Qué es el trencadís?
Nos aproximamos a esta icónico recurso de la arquitectura Modernista catalana y valenciana
El trencadís es un tipo de mosaico, característico de la arquitectura modernista del levante español, que consiste en el empleo de trozos irregulares cerámicos y azulejos sobre una superficie con argamasa. A través de los colores, los patrones de los azulejos rotos (“trencats” en catalán, de ahí el nombre), y el tamaño de las teselas, el trencadís ofrece un amplio abanico de posibilidades estéticas.
Es lo que ha convertido en icónicos algunos de los monumentos y edificios más importantes de la arquitectura modernista valenciana y catalana. Lo encontramos en las fachadas y superficies de algunos de los hitos monumentales más importantes del Modernismo catalán, como la Casa Batlló o el Parque Güell. La capacidad adaptativa del trencadís a superficies de diferentes formas, como veremos más adelante, hace que las fachadas y bancos más icónicos de Barcelona tengan una identidad única.
Además de contar con las peculiares siluetas que los caracterizan, los trozos o teselas cerámicas juegan con la textura glaseada, con los patrones de color para crear lo que mejor se podría describir como dibujos a mano alzada, y juegan con el reflejo del sol sobre la superficie vidriada.
Una herencia europea y mediterránea
El trencadís comparte ADN con muchas otras técnicas de mosaico, que es al final tan identitario de la arquitectura y albañilería de toda la cuenca mediterránea. Encontramos ejemplos de patrones y técnicas decorativas que trabajan con el teselado en todas las civilizaciones del Mare Nostrum.
Al igual que ocurre con las lenguas romances ocurre con el mosaico mediterráneo, y de la misma forma que reconocemos como parientes al italiano con el portugués, se relacionan el enguijarrado con terrazo, el zellige con el trencadís.
Desde los siglos IV y V encontramos las primeras manifestaciones de un tipo de pavimento que utilizaba las pequeñas piedras pulidas que se encuentran en la vera de los ríos. Las diferencias de color naturalmente presentes en los guijarros se utilizaban para crear sencillos patrones geométricos. Con el tiempo, y la introducción de diferentes materiales en las losas y ladrillos para la creación de las teselas, las técnicas del mosaico se fueron complejizando. Para la época helenística, el mosaico liso estaba tan desarrollado que muchas veces sustituía la pintura decorativa.
Características únicas del trencadís catalán:
- Es espontáneo. No se planea ni diseña con antelación, sino que se va improvisando sobre la marcha. Los dibujos y patrones resultantes son, por tanto, irregulares e imperfectos. Cuando encontramos trencadís con azulejos cortados con formas regulares o directamente con formas concretas (como un pétalo o un rayo) sabemos que nos encontramos ante una ejecución moderna, y no tradicional.
- Se hace con pedazos irregulares de cerámica vidriada cuyas imperfecciones no se corrigen. El único requisito es que la parte esmaltada no tenga daños en la superficie. Estando esta intacta, es un indicador cualitativo del trencadís que no tenga dos piezas iguales.
- Se suele utilizar para el revestimiento de superficies curvas. Al realizarse el trencadís con piezas muy pequeñas, se pueden cubrir formas que no son planas, las cuales requieren de teselas, ladrillos o baldosas que no pueden adaptarse a ninguna superficie irregular sin romperse. Además, el movimiento arquitectónico Modernista buscaba la inspiración e imitación de las formas naturales, donde se favorece la redondez y la línea curva. Pocas veces en la geometría natural encontramos perfectas líneas y ángulos rectos y superficies mates. El trencadís resuelve el problema tanto de la forma como del color y la textura.
Diferencias entre el trencadís y el terrazo
Las dos técnicas se parecen mucho en que utilizan pedazos irregulares y muchas veces reciclados de otros materiales que se unen con un aglutinante: cemento en el caso del terrazo y argamasa en el del trencadís. Ambos tienen un elemento aleatorio importante en que no se eligen de antemano las piezas.
Sin embargo, las funcionalidades de ambas técnicas son muy distintas. El trencadís tiene un origen y una función puramente decorativa. Además, aunque una parte importante de su carácter se basa en la espontaneidad, al final termina formando dibujos y formas reconocibles; normalmente motivos naturales.
El terrazo, sin embargo, comenzó siendo una forma de pavimentado que permitía abaratar los costes de la pavimentación del suelo. Los albañiles se dieron cuenta de que añadiendo pedazos y trozos de materiales sobrantes en la argamasa o en el cemento, se conseguían suelos más resistentes. Los trozos de ladrillo, las piedras y las esquirlas cerámicas no tenían ninguna función estética sino estructural, por lo que ocupan lugares verdaderamente aleatorios en la superficie del terrazo, y cualquier formación que recuerde a un patrón o forma reconocible es fruto de la pura casualidad.
Esta técnica se lleva empleando desde la época romana, y siempre ha sido patrimonio de las clases humildes. Por eso, una de las grandes diferencias entre el trencadís y el terrazo en sus formas tradicionales está en la clase social de las construcciones y edificios donde los encontramos. Con la industrialización de la segunda mitad del siglo XX, ambas técnicas se abrieron paso hacia las casas y edificios de la clase media, hasta convertirse en versiones y variaciones de sus predecesoras, llegando en ocasiones a confundirse.
Diferencias entre el trencadís y el zellige
Lo que el trencadís tiene de diferente con el terrazo, lo comparte con el zellige. Ambas técnicas utilizan trozos de tierra cocida y esmaltada: el trencadís arcilla, el zellige barro. Las dos juegan con el color y la forma como recurso principal.
Y las dos prestan especial atención a la geometría y simetría, pero en sentidos opuestos. Mientras que el trencadís la evita, el zellige se basa en ella. En nuestra nueva colección “Mediterránea” de zellige tradicional, exploramos todas las posibilidades que la bicromía y la geometría marroquí-andalusí tienen para ofrecer.
El zellige, a diferencia del trencadís, requiere de una gran precisión técnica para el diseño y el corte a mano de cada una de las piezas que comprenden el resultado final.