El origen del barro cocido: agua, cereales y fuego
El barro cocido es mucho más que un material de construcción: es un testigo y artífice de la evolución humana
El barro es, según el Diccionario de la Real Academia, un material arcilloso moldeable que se endurece por la cocción, utilizado en alfarería y cerámica. El barro cocido es un testigo continuo y atemporal de la Historia de la Humanidad. Existen evidencias de su uso tecnológico desde hace veinte mil años. Aproximadamente, desde que el ser humano evolucionó a Homo sapiens.
La Revolución Neolítica: agua, cereales, carne, fuego y barro cocido
Todavía hoy se encuentra en disputa la fecha aproximada en la que el ser humano empieza a usar el barro (cocido o sin cocer) como material tecnológico. Saber en qué momento exacto se le ocurrió al primer sapiens que un trozo de lodo podía tomar forma y dejarse secar, es y será un misterio.
Los objetos de barro más antiguos que se han encontrado datan del Paleolítico Superior, aunque, en estos casos, se trata de figuras simbólicas y representativas, no tanto utilitarias.
No es hasta el Neolítico cuando empezamos a encontrar vasijas, platos y recipientes. En este periodo prehistórico es cuando se da una de las grandes revoluciones de la Historia. A grandísimos rasgos, durante el Neolítico el ser humano deja de ser nómada para convertirse en sedentario, después de dominar por primera vez técnicas de cultura y agricultura.
Es lo que se conoce como Revolución Neolítica. Con el cultivo de los primeros cereales, vienen los primeros excedentes de alimento. Por primera vez, las personas tienen entre sus manos más alimentos de los que pueden consumir. Lo mismo ocurre con el agua: al cambiar de la vida nómada a la sedentaria, las primeras poblaciones forman asentamientos cerca de fuentes de agua potable, fundamentalmente ríos de agua dulce, donde la tierra es más fértil y el ganado tiene dónde abrevar.
Definimos la tecnología como el conjunto de conocimientos, habilidades y técnicas que, aplicados de forma combinada, permiten al ser humano resolver sus problemas y satisfacer sus necesidades. Nuestros antepasados del Neolítico se encuentran con la nueva necesidad de almacenar, transportar y proteger sus nuevos excedentes de comida y agua. Resultado: las primeras vasijas. En algunas excavaciones arqueológicas se han encontrado restos de vasijas de barro cocido con cereales todavía dentro.
Mesopotamia: el origen de las baldosas de barro y de la civilización occidental
Se cree que el origen del barro cocido como material de construcción, (como el origen de casi todo lo demás), se dio en Mesopotamia. El origen de la civilización se traza entre el Tigris y el Éufrates, en el valle donde confluye la triple frontera de lo que hoy son Iraq, Irán, y Siria. Los imperios y civilizaciones sumerias, acadias, asirias y babilonias florecen en el Creciente fértil.
Esta región histórica concentró la mayoría de primeros asentamientos. Se considera que es el sitio donde se dio la Revolución Neolítica de Occidente, ya que en otros puntos del mundo también se desarrolló la agricultura de forma paralela, dando lugar a diferentes culturas.
En Mesopotamia se empezaba a cultivar trigo, centeno y cebada, dando a luz así a la cultura occidental y mediterránea. En las altiplanicies mexicanas, el cultivo del maíz hacía lo propio con las civilizaciones amerindias. Los cultivos de arroz en algunas regiones de Asia Oriental dieron lugar a la cultura china. Y la plantación de sorgo sentó las bases de lo que hoy es Etiopía.
La enorme fertilidad de esta zona se atribuye a los dos ríos que la rodean. La propia configuración hidrográfica del valle hace que se encontraran abundantes cantidades de barro en los lechos y riberas fluviales. Y hasta aquí se pueden trazar las primeras fabricaciones de ladrillos y losas: hechos de barro y secados al sol. Este material se denomina adobe, y se encuentran evidencias prehistóricas de su uso por todo el mundo.
Los primeros hornos para hacer barro cocido
Curiosamente, las evidencias arqueológicas apuntan a que la existencia de barro cocido es anterior a la invención de los hornos. El adobe es un material versátil y resistente, pero no es resistente al agua. Las construcciones de adobe, aunque pueden durar mucho tiempo si se hacen correctamente, terminan siempre deteriorándose.
Por eso, se empezaron a recubrir los edificios más importantes, como los templos y las construcciones funerarias, con una capa de ladrillos que habían sido sometidos a altas temperaturas acercándolos a llamas abiertas. Esta técnica, que se sigue empleando en algunas zonas rurales del norte magrebí, hacía las construcciones impermeables y mucho más duraderas.
Los hornos, tal y como los conocemos ahora, son de aparición bastante tardía (en términos Históricos). Las civilizaciones prehistóricas encontraron otras maneras de cocinar el barro, tanto para sus construcciones arquitectónicas como para los objetos decorativos y ritualísticos.
No es de extrañar que el barro cocido haya sido el material que ha acompañado el progreso humano desde que existe el homo sapiens. No solo se compone de elementos presentes en todo el mundo (agua, y tierra), sino que su proceso de fabricación es prácticamente un ejercicio demostrativo de evolución darwinista.
Fuese de manera consciente o intuitiva, todas las culturas en todas las partes del mundo han hecho uso del barro cocido como piedra sobre la que construir los cimientos de las civilizaciones. Hay poco que cambiar a la receta.