Narita, un cruce de caminos entre Japón y el Mediterráneo
Este bar de Cadaqués cruza el concepto de la 'izakaya', taberna japonesa, con la cocina mediterránea, siempre con la alegría del comensal como objetivo
Narita es un cruce de caminos entre Japón y el Mediterráneo. Este pequeño bar ubicado en la Plaça del Passeig 13, en Cadaqués (Girona), busca una mezcla en principio compleja, pero que entra como un guante en cuanto se pisa su local. El concepto de inicio es el de la taberna japonesa, la ‘izakaya’. Cuya principal característica, cuentan los promotores de Narita, es el de una carta informal, en un ambiente relajado, divertido y acogedor. Desde esa idea, claro, el espíritu mediterráneo se relaciona con facilidad.
Se ve primeramente en la carta. Donde había sake, hay vino, y donde había tradición, hay intercambio. El de la cocina mediterránea que explora los vínculos entre culturas, siempre con el mismo foco: la alegría del comensal, la calidad del producto y el cariño al entorno. En definitiva, lo mejor de los dos mundos. Un espacio de alma japonesa y cuerpo mediterráneo que pone sobre la mesa la experiencia conocida del paladar y el viaje de la mirada hacia oriente.
Un espacio mediterráneamente japonés
El local estuvo en remodelación desde febrero, y abrió sus puertas el pasado 21 de Junio. Para representar ese cruce de caminos entre lo oriental y lo mediterráneo la premisa era clara: la mixtura, donde cada detalle te puede transportar a un lugar intermedio entre Japón, el Mediterráneo y América Latina mientras percibes una presencia constante de Cadaqués. De la mano de la arquitectura de Ignacio Herrera y su labor de interiorismo compartida con Nina Tissera, promotora del proyecto, la idea se plasma evidente al entrar por la puerta. Cada aspecto está medido.
La labor de Nina, es más, no es casualidad. Junto con Pablo al mando en los fogones, componen el corazón de Narita, un proyecto que busca exprimir el detalle de su concepto. Con varias experiencias, algunas de muy distinto ámbito en el caso de Nina, que proviene del mundo de la música, se fusionan varios conceptos en Narita. Pero, principalmente, dos almas de carácter que dan finalmente ese impulso diferencial, lleno de personalidad, al local.
Su sentido estético y esa búsqueda de exprimir la belleza de cada metro cuadrado de este pequeño restaurante, llevó a Nina hasta los hornos de todobarro. La elección tiene mucho que ver con el espíritu que se ha descrito. En la barra del local, se utilizan baldosas de formato combinado Girasol. Las tonalidades pizarra y blanco antiguo, en dos versiones diferentes en las que predomina una pasta de barro u otra, consigue diferenciar espacios y usos. Siempre de una forma orgánica, claro.
Todo en ese convivir de culturas que se vive cada día en este bello rincón culinario de Cadaqués. Narita es, al fin y al cabo, ese cruce de caminos entre Japón y el Mediterráneo. Pero también mucho más por descubrir a medida que se avanza en él.