
La Agencia Estatal de Investigación destaca el éxito de las Ayudas Torres-Quevedo
Un informe de la AEI analiza el impacto de las Ayudas Torres-Quevedo
La Agencia Estatal de Investigación es un organismo público, dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, responsable de promover la investigación científica y técnica en todas las áreas del saber mediante la asignación eficiente de los recursos públicos. El pasado mes de marzo, la AEI publicó un informe que estudiaba en el largo plazo la efectividad de las Ayudas Torres Quevedo, una de las iniciativas más importantes de este organismo en el sector privado, de la que todobarro es receptora.
El programa de Ayudas Torres Quevedo aporta financiación en el sector privado durante períodos de tres años para que las empresas puedan realizar contrataciones indefinidas a doctores y doctoras, especialmente en proyectos de investigación industrial, desarrollo experimental o estudios de viabilidad. El informe, en concreto, estudia el impacto a largo plazo de las concesiones resueltas en el año 2014.
En nuestro caso, el programa nos ha ayudado a levantar el proyecto BIOECOREST para la recuperación de bosques marinos; una ambiciosa iniciativa a cargo de la doctora Raquel Sánchez de Pedro, una de las grandes voces emergentes especializada en ecología de algas marinas. El proyecto BIOECOREST es pionero en estudiar las posibilidades en las que las tecnologías de la arcilla contribuyen a la recuperación de ecosistemas marinos costeros y fluviales, y lo desarrollamos con la Universidad de Málaga, además de ser una colaboración entre investigadores de las Universidades de Sevilla y Trieste (Italia), gracias a la financiación de las Ayudas Torres Quevedo (PTQ2023-013189) financiado por el MICIU/AEI/ 10.13039/501100011033).
Un programa que está demostrando su eficacia
El informe de la AEI demuestra algo que no debería sorprender a nadie: la innovación y la inversión en talento funcionan. Vivimos en una atmósfera, especialmente en el sector privado, que puede llegar a ser muy conservadora respecto a sus técnicas y métodos. En general, como sistema social, nos cuesta mucho trabajo cambiar la forma en la que hacemos las cosas, a pesar de que muchos de nuestros modelos de trabajo y producción se están probando obsoletos, especialmente en los últimos años frente a la crisis climática.
En datos, el informe de la Agencia Estatal de Investigación acerca de las Ayudas destaca que:
- Un 90% de las entidades beneficiarias de la ayuda generaron nuevos productos, procesos o servicios.
- Más de la mitad de los productos que se desarrollaron gracias a la concesión han llegado al mercado, así como un 36% de los procesos y un 69% de los nuevos servicios
- Un 51% de las entidades participantes en la convocatoria que estudia el informe, “mejoraron su competitividad, aumentaron el conocimiento científico en su ámbito e incluso llegaron a implantar nuevas metodologías, ampliando la cartera de productos de la empresa y el número de personas dedicadas a I+D+i.”
Los resultados positivos de este informe nos resultan esperanzadores, ya que la innovación es una de las piedras angulares de nuestro trabajo. Esto puede parecer contra intuitivo, ya que trabajamos una disciplina y con un material que lleva entre nosotros prácticamente desde el principio de las sociedades humanas. Sin embargo, incluso en los procesos más establecidos hay espacio para la investigación, el desarrollo y la optimización, sea desde la sostenibilidad, el desarrollo de producto, las aplicaciones de material… Incorporar a los equipos a aquellas personas que poseen un nivel de conocimiento y expertise superior al nuestro propio debería ser la práctica estándar en cualquier sector que desee adaptarse al siglo XXI.

